Public Health
Trabajadores sufren mientras el Congreso y empresarios debaten la necesidad de normas contra el calor
A veces el calor te hace vomitar, contó Carmen García, trabajadora agrícola en el Valle de San Joaquín, en California. Ella y su marido pasaron el mes de julio en los campos de ajo, arrodillados sobre la tierra ardiente mientras las temperaturas superaban los 105 grados.
El cansancio y las náuseas de su marido fueron tan intensas que no fue a trabajar por tres días. Pero bebió agua con lima en lugar de ir al médico porque no tienen seguro médico. “A mucha gente le pasa esto”, agregó.
No existen normas federales para proteger a los trabajadores como los García cuando los días son excesivamente calurosos. Y sin el apoyo bipartidista del Congreso, incluso con la atención urgente de la administración Biden, es posible que el alivio no llegue en años.
El presidente Joe Biden encargó en 2021 a la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA) la elaboración de normas para prevenir los accidentes y las enfermedades causados por el calor.
Pero ese proceso de 46 pasos puede llevar más de una década y podría estancarse si un republicano es elegido presidente en 2024, porque el Partido Republicano se ha opuesto generalmente a las regulaciones de salud laboral en los últimos 20 años.
Estas normas podrían obligar a los empleadores a proporcionar abundante agua potable, descansos y un espacio para refrescarse a la sombra o con aire acondicionado cuando las temperaturas superen un determinado umbral.
El 7 de septiembre, OSHA comenzó reuniones con propietarios de pequeñas empresas para discutir sus propuestas, incluidas las medidas que deberían adoptar las empresas cuando las temperaturas llegan a los 90 grados.
Como este verano se han batido récords de calor, la congresista Judy Chu (demócrata de California) y otros miembros del Congreso han impulsado una legislación que aceleraría el proceso de elaboración de normas de OSHA.
El proyecto de ley lleva el nombre de Asunción Valdivia, una trabajadora agrícola que se desmayó mientras recogía uvas en California en un día de 105 grados en 2004. Su hijo la recogió del campo y Valdivia murió de un golpe de calor en el trayecto a su casa.
“Ya sea en una granja, conduciendo un camión o trabajando en un almacén, los trabajadores como Asunción mantienen nuestro país en funcionamiento mientras soportan algunas de las condiciones más difíciles”, dijo Chu en declaraciones en julio en la que instaba al Congreso a aprobar el proyecto de ley.
Las organizaciones profesionales que representan a los empresarios se han opuesto a las normas, calificándolas de “exageradas”. También afirman que faltan datos que justifiquen regulaciones generales, dada la diversidad de trabajadores y lugares de trabajo, desde restaurantes de comida rápida hasta granjas.
La Cámara de Comercio de Estados Unidos, uno de los grupos de presión más poderosos de Washington, argumentó que tales medidas carecen de sentido “porque cada empleado experimenta el calor de forma diferente”. Además, según la Cámara, normas como los ciclos de trabajo-descanso “amenazan con perjudicar directa y sustancialmente… la productividad de los empleados y, por lo tanto, la viabilidad económica de su empleador”.
“Muchos de los problemas relacionados con el calor no son consecuencia del trabajo agrícola ni de la mala gestión del empresario, sino del moderno estilo de vida de los empleados”, escribió el Consejo Nacional del Algodón en su respuesta a la legislación propuesta.
Por ejemplo, el aire acondicionado hace más difícil que las personas se adapten a un ambiente caluroso después de haber estado en una vivienda o un vehículo fríos, y señaló que “los trabajadores más jóvenes, más acostumbrados a un estilo de vida más sedentario, no pueden aguantar un día trabajando al aire libre”.
La Asociación de Recursos Forestales, que representa a los propietarios de terrenos forestales, la industria maderera y los aserraderos, agregó que “las enfermedades y muertes relacionadas con el calor no figuran entre los riesgos laborales más graves a los que se enfrentan los trabajadores”. Citaron cifras de OSHA: la agencia documentó 789 hospitalizaciones y 54 muertes relacionadas con el calor a través de investigaciones e infracciones de 2018 a 2021.
OSHA admite que sus datos son cuestionables. Ha dicho que sus cifras “sobre enfermedades, accidentes y muertes relacionadas con el calor en el trabajo son probablemente grandes subestimaciones”.
Los accidentes y enfermedades no siempre se registran, las muertes provocadas por las altas temperaturas no siempre se atribuyen al calor, y los daños relacionados con el calor pueden ser acumulativos, provocando infartos, insuficiencia renal y otras dolencias después de que la persona haya abandonado su lugar de trabajo.
El efecto de la temperatura
Para establecer normas, OSHA debe conocer los efectos del calor en los que trabajan en interiores y al aire libre. La justificación es una parte necesaria del proceso, porque las normativas aumentarán los costos para los empresarios que necesiten instalar sistemas de aire acondicionado y ventilación en el interior, y para aquellos cuya productividad pueda bajar si se permite a los que trabajan a la intemperie tomar descansos o reducir las jornadas cuando suban las temperaturas.
Lo ideal sería que los empresarios tomaran medidas para proteger a los trabajadores del calor independientemente de las normas, afirmó Georges Benjamin, director ejecutivo de la Asociación Americana de Salud Pública. “Tenemos que hacer un mejor trabajo para convencer a los empresarios de que hay una compensación entre la eficiencia y los trabajadores enfermos”, dijo.
García y su marido sufrieron los síntomas del golpe de calor: vómitos, náuseas y fatiga. Pero sus casos forman parte de los miles que no se contabilizan cuando la gente no va al hospital ni presenta denuncias por miedo a perder su empleo o estatus migratorio.
Los trabajadores agrícolas están notoriamente subrepresentados en las estadísticas oficiales sobre accidentes y enfermedades laborales, según David Michaels, epidemiólogo de la Universidad George Washington y ex administrador de OSHA.
Investigadores que encuestaron a trabajadores agrícolas de Carolina del Norte y Georgia encontraron que más de un tercio presentaba síntomas de enfermedad por calor durante los veranos analizados, una cifra muy superior a la registrada por OSHA. En particular, el estudio de Georgia reveló que el 34% de los trabajadores agrícolas no tenía descansos regulares, y una cuarta parte no tenía acceso a espacios con sombra.
Incluso los casos en los que los trabajadores son hospitalizados pueden no atribuirse al calor si los médicos no documentan la conexión. Muchos estudios relacionan los accidentes laborales con el estrés térmico, que puede causar fatiga, deshidratación y vértigo.
En un estudio realizado en el estado de Washington, se observó que los trabajadores agrícolas se caían de las escaleras con más frecuencia en junio y julio, unos de los meses más calurosos y húmedos. Y en un informe de 2021, investigadores calcularon que las temperaturas más cálidas causaron aproximadamente 20,000 accidentes laborales al año en California entre 2001 y 2018, según los reclamos de compensación de los trabajadores.
Las lesiones renales por calor también aparecen en la base de datos de OSHA de trabajadores lesionados gravemente en el trabajo, como el caso de un empleado de una planta de procesamiento de carne hospitalizado por deshidratación y lesión renal aguda en un caluroso día de junio en Arkansas.
Sin embargo, la investigación revela que el daño renal provocado por el calor también puede ser gradual. Un estudio de trabajadores de la construcción que estuvieron durante un verano en Arabia Saudita reveló que el 18% presentaba signos de lesión renal, lo que los ponía en riesgo de insuficiencia renal futura.
Además de cuantificar las lesiones y muertes causadas por el calor, OSHA trata de atribuirles un costo para poder calcular el ahorro potencial derivado de la prevención. “Hay que medir las cosas, como ¿cuánto vale una vida?”, afirmó Michaels.
Para los trabajadores y sus familias, el sufrimiento tiene consecuencias de largo alcance que son difíciles de enumerar. Los gastos médicos son más obvios. Por ejemplo, OSHA calcula que el costo directo de la postración por calor (sobrecalentamiento debido a insolación o hipertermia), es de casi $80,000 en costos directos e indirectos por caso.
Si esto parece elevado, hay que pensar en un trabajador de la construcción de Nueva York que perdió el conocimiento en un día caluroso y se cayó de una plataforma, y sufrió una laceración renal, fracturas faciales y varias costillas rotas.
El precio de los golpes de calor
Investigadores también han intentado determinar el costo que supone para los empresarios la pérdida de productividad. El trabajo es menos eficiente cuando suben las temperaturas, y si los trabajadores se ausentan por enfermedad y tienen que ser reemplazados, la producción disminuye mientras se entrena a nuevos trabajadores.
Cullen Page, cocinero de Austin, Texas, y miembro del sindicato Restaurant Workers United, trabaja durante horas frente a un horno de pizza, donde, según dijo, las temperaturas oscilaron entre los 90 y los 100 grados cuando las olas de calor golpeaban la ciudad en agosto.
“Es brutal. Afecta tu forma de pensar. Estás confundido”, dijo. “Me dio un sarpullido por calor que no se me quitaba”. Como hace tanto calor, agregó, el restaurante tiene un alto índice de rotación de empleados. Una campana extractora adecuada sobre los hornos y un mejor aire acondicionado ayudarían, pero los propietarios aún no han hecho las mejoras, dijo.
Via 313, la cadena de pizzerías en la que trabaja Page, no respondió al pedido de comentario.
Page no es el único. Una organización que representa a los empleados de restaurantes, Restaurant Opportunities Centers United, encuestó a miles de trabajadores, muchos de los cuales informaron de condiciones inseguras por el calor: el 24% de los trabajadores de Houston, por ejemplo, y el 37% de los de Philadelphia.
“Los trabajadores estuvieron expuestos a temperaturas de hasta 100 grados después de que se rompieron los aparatos de aire acondicionado y los ventiladores de las cocinas, lo que les dificultaba respirar”, escribió el Sindicato Internacional de Empleados de Servicios, que incluye a trabajadores del sector de comida rápida, en una nota a OSHA. “No hay razón para retrasar más la creación de una norma cuando conocemos la magnitud del problema y sabemos cómo proteger a los trabajadores”, dijeron.
Investigadores del Atlantic Council calculan que Estados Unidos perderá una media de $100,000 millones anuales por la baja de la productividad laboral inducida por el calor a medida que el clima se vuelve más cálido. “A los empresarios les cuesta mucho dinero no proteger a sus trabajadores”, afirmó Juley Fulcher, defensora de salud y seguridad de los trabajadores de Public Citizen, organización de Washington D.C. que aboga por que el proyecto de ley Asunción Valdivia permita a OSHA promulgar normas el año que viene.
Como modelo, Fulcher sugirió fijarse en California, Maryland, Nevada, Oregon y Washington, los únicos estados con normas que obligan a que todos los trabajadores al aire libre tengan acceso a agua, descanso y sombra.
Aunque las normas no siempre se hacen cumplir, parece que surten efecto. Después de que California instaurara la suya en 2005, se registraron menos accidentes en los reclamos de indemnización de los trabajadores cuando las temperaturas superaban los 85 grados.
Michaels afirmó que OSHA ha demostrado que puede actuar con más rapidez de lo habitual cuando el Congreso se lo permite.
En los primeros días de la epidemia de VIH/SIDA, la agencia aprobó rápidamente normas para evitar que médicos, enfermeras y dentistas se infectaran accidentalmente con agujas. Ahora existe una urgencia similar, dijo. “Dada la crisis climática y la prolongación de los períodos de calor extremo”, señaló, “es imperativo que el Congreso apruebe una legislación que permita a OSHA promulgar rápidamente una norma que salve vidas”.